Quiero
contarles que en nuestro liceo (Liceo Bicentenario de Molina), no solo hay
estudiantes y docentes sino que también hay mentes brillantes que siendo parte
de nuestra comunidad estudiantil, se dan el tiempo de involucrarse en el ámbito
de la literatura. Por lo tanto, les voy a mostrar una de esas creaciones de
parte de nuestra unidad técnica pedagógica, para que puedan disfrutar del arte
de la escritura.
LA OFICINA DE TURISMO
El sol del
Maule golpeaba inclemente en el rosado rostro del gringo. Encontrar la oficina
de turismo se había vuelto un desafío insuperable. Mirando fijamente en
múltiples direcciones se animó a solicitar información al hombre de los globos –
¡amigo! – exclamó con pésimo español y peor acento - ¿sabe usted dónde existe
la información de turismo? El hombre de los globos sonrió como compadeciéndose
del periplo que le esperaba al pobre gringo, y sin levantar la vista señaló una
construcción añosa y desgarbada. El gringo agradeció con una reverencia y se
marchó decidido a la vieja construcción. Al entrar, observó gran cantidad
personas moviéndose desordenada y caóticamente, con carpetas, archivadores,
papeles, timbres y material de escritorio. Se movían en cardúmenes, como si se
estuvieran persiguiéndose los unos a los otros. Perdón, ¿me podría alguien
ayudar por favor? – musitó el gringo, sin embargo, nadie pareció prestarle
atención. Decidido a conocer la zona por las buenas o las malas, subió su tono
de voz y exclamó con renovados bríos - ¿¡Alguien puede ayudarme por favor!? –
Una señora mayor le miró fijamente y, con cara de pocos amigos le preguntó de
manera severa – ¡Qué desea señor! Y sin darle tiempo a contestar le preguntó en
tono imperativo - ¿sacó número de atención? Como es obvio, sin un número de
atención es imposible atenderle – El gringo miró a su alrededor sin poder
hallar esas máquinas rojas tan típicas que entregan tan dichosos numeritos.
Vacilando ante la poca voluntad de ayuda de la señora preguntó ¿dónde saco la
numerita? – ¡Aaaahhh, partamos por eso! - Le comentó en tono algo más
comprensivo la señora. Debe retirarlo en la Municipalidad, pero la persona que
los entregaba parece que jubiló la semana pasada. Es posible que el Alcalde
deba solicitar la contratación de un nuevo funcionario desde la capital para
que venga a ayudarnos, pues la verdad es que estamos algo “cortos” de personal.
Extrañado el gringo preguntó a la señora – Y de todas esas personas que hay por
ahí, ¿ninguna puede darme un número? La señora miró a su alrededor y con
sorpresa le señaló - ¿está usted loco?, ¿cómo se le ocurre que voy a
interrumpir el trabajo de otro funcionario con sus impertinencias? – El gringo
algo confundido preguntó con insistencia ¿y qué hacen esas personas? – La
señora molesta por el interrogatorio miró al gringo de arriba abajo y le
replicó con patético conformismo pero con un leve tufillo a orgullo – La verdad
no tengo idea, sólo sé que cada uno de ellos cumple un rol fundamental en la
organización, gestión y control de todo lo que ocurre en esta oficina… El
gringo ladeando su cabeza replicó con tono cada vez menos amigable - ¡Bueno, pero
qué es lo que ocurre en esta oficina! – ¡No lo sé! Respondió la señora cada vez
más molesta – Sólo sé que cada una de estas personas es fundamental para el
funcionamiento del sistema. El gringo acusó el tono poco gentil de la señora y
replicó también con duro tono ¡Necesito realizar una queja por el mal servicio!
– La señora ya con acento abiertamente hostil pero muy serio respondió con un
tonillo sarcástico – ¿y tiene usted un numerito de atención?, pues sin un
número de atención es imposible que alguien le atienda. Además, ¿de qué
servicio se va a quejar si ni usted ni yo sabemos qué hacen estas personas? –
El gringo la miró atónito reconociendo la lógica innegable de tal argumento.
Mirando desconsolado a su alrededor, el mentado extranjero sólo atinó a insinuar
casi a modo de susurró - ¡yo sólo querer conocer oficina de turismo! –
Aaaaaahhhh ¡pero hubiera usted empezado por ahí! – Señaló la mujer con
inflexión comprensiva y lo llevó a una oficina que se encontraba al final de un
largo pasillo.
Aquí usted
podrá saber todo acerca de la belleza de la zona y de nuestra gente – exclamó
la señora, y dejándolo sentado tras un añoso escritorio lleno de polvo lo
felicitó por su elección de lugar para vacacionar. Tras eso, la señora se
marchó sin mayores explicaciones dejando al gringo sólo en la oficina. El
visitante dejó su enorme mochila en el piso y se sentó en una silla enorme de
cuero negro y agrietado y, sin tener plan alguno, simplemente se dedicó a jugar
en la silla dando vueltas cada vez más largas sobre sí mismo.
Un pequeño
hombrecillo entró de improvisto a la oficina y dejando una serie de carpetas
sobre el viejo escritorio miró al gringo y señaló con tono sumiso y muy mala
dicción – ¡Gracias a Dios que mandaron a alguien desde Santiago! Hace semanas
que no sabemos qué hacer, corremos de un lado a otro sin instrucciones, pero
como es necesario demostrar gran eficiencia para no correr riesgos en la pega y
no atentar contra la gestión municipal y el mantenimiento del sistema, nos
movemos con carpetas de un lado a otro. El gringo sin entender una palabra del
funcionario comentó – ¡vengo desde los Estados Unidos y necesito información! –
El funcionario miró con estupor al gringo y con la respiración entrecortada por
la emoción gritó a viva voz - ¡Colegas… colegas… desde Santiago mandaron a un
jefe gringo para hacerse cargo de la oficina! – la noticia corrió como el
viento por todo el edificio y uno a uno los funcionarios fueron ingresando a la
oficina. ¡Qué bueno que llegó! – Le señaló una señora delgada, de lentes y con
un moño prominente – Le esperábamos hace meses. Y metiendo sus dedos delgados
en un archivador le entregó al gringo unos cheques amarillentos y con la parte
del cobrador en blanco. ¡Cómo no sabíamos cuándo llegaría ni su nombre, le
solicitamos su sueldo por todos estos meses para que no tuviera contratiempos
al ingresar al sistema público! – señaló. El gringo tomó los cheques y los
guardó en su mochila, miró a los funcionarios y golpeando con sus manos el viejo
escritorio gritó molesto con tono firme e imperativo ¡Necesito oficina de
turismo ahora!... ¡Right now!
Meses
después, un mochilero francés que visitaba la zona se acercaba al hombre de los
globos solicitándole información acerca de la oficina de turismo. El hombre de
los globos sonrió como compadeciéndose del periplo que le esperaba al pobre muchacho
francés, y sin levantar la vista le señaló aquella construcción añosa y
desgarbada al costado de la Plaza de Armas que tenía sobre su techo un enorme
cartel que rezaba “Tourist Office”. Al entrar vio algo que llamó profundamente
su atención. Al fondo, en una sucia y desordenada oficina, había un gringo que daba
órdenes en inglés sin que nadie pareciera comprenderlas, movía compulsivamente
papeles de un lado a otro y parecía ordenar archivadores, de pronto, el gringo
hizo contacto visual con el muchacho francés quien en tono amable preguntó la
ubicación de la oficina de turismo. El gringo replicó con tono algo hostil – ¿Tiene
usted numerita? ¡Sin numerita no poder atenderle!
Sergio Arias López
Jefe de Unidad Técnica Pedagógica
Liceo Bicentenario de Molina
Estaremos haciendo mas entradas con otros cuentos del mismo autor.
¡VIVA EL PROFESOR SERGIO !
Eve *-*
que buena historia, pero me quede con una duda por que el gringo se quedo trabajando, yo me hubiera ido con la plata xd
ResponderEliminarBueno, definitivamente se quedo trabajando y yo habría hecho lo mismo que tu. :D
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