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viernes, 11 de julio de 2014

LA OFICINA DE TURISMO



Quiero contarles que en nuestro liceo (Liceo Bicentenario de Molina), no solo hay estudiantes y docentes sino que también hay mentes brillantes que siendo parte de nuestra comunidad estudiantil, se dan el tiempo de involucrarse en el ámbito de la literatura. Por lo tanto, les voy a mostrar  una de esas creaciones de parte de nuestra unidad técnica pedagógica, para que puedan disfrutar del arte de la escritura.



LA OFICINA DE TURISMO

El sol del Maule golpeaba inclemente en el rosado rostro del gringo. Encontrar la oficina de turismo se había vuelto un desafío insuperable. Mirando fijamente en múltiples direcciones se animó a solicitar información al hombre de los globos – ¡amigo! – exclamó con pésimo español y peor acento - ¿sabe usted dónde existe la información de turismo? El hombre de los globos sonrió como compadeciéndose del periplo que le esperaba al pobre gringo, y sin levantar la vista señaló una construcción añosa y desgarbada. El gringo agradeció con una reverencia y se marchó decidido a la vieja construcción. Al entrar, observó gran cantidad personas moviéndose desordenada y caóticamente, con carpetas, archivadores, papeles, timbres y material de escritorio. Se movían en cardúmenes, como si se estuvieran persiguiéndose los unos a los otros. Perdón, ¿me podría alguien ayudar por favor? – musitó el gringo, sin embargo, nadie pareció prestarle atención. Decidido a conocer la zona por las buenas o las malas, subió su tono de voz y exclamó con renovados bríos - ¿¡Alguien puede ayudarme por favor!? – Una señora mayor le miró fijamente y, con cara de pocos amigos le preguntó de manera severa – ¡Qué desea señor! Y sin darle tiempo a contestar le preguntó en tono imperativo - ¿sacó número de atención? Como es obvio, sin un número de atención es imposible atenderle – El gringo miró a su alrededor sin poder hallar esas máquinas rojas tan típicas que entregan tan dichosos numeritos. Vacilando ante la poca voluntad de ayuda de la señora preguntó ¿dónde saco la numerita? – ¡Aaaahhh, partamos por eso! - Le comentó en tono algo más comprensivo la señora. Debe retirarlo en la Municipalidad, pero la persona que los entregaba parece que jubiló la semana pasada. Es posible que el Alcalde deba solicitar la contratación de un nuevo funcionario desde la capital para que venga a ayudarnos, pues la verdad es que estamos algo “cortos” de personal. Extrañado el gringo preguntó a la señora – Y de todas esas personas que hay por ahí, ¿ninguna puede darme un número? La señora miró a su alrededor y con sorpresa le señaló - ¿está usted loco?, ¿cómo se le ocurre que voy a interrumpir el trabajo de otro funcionario con sus impertinencias? – El gringo algo confundido preguntó con insistencia ¿y qué hacen esas personas? – La señora molesta por el interrogatorio miró al gringo de arriba abajo y le replicó con patético conformismo pero con un leve tufillo a orgullo – La verdad no tengo idea, sólo sé que cada uno de ellos cumple un rol fundamental en la organización, gestión y control de todo lo que ocurre en esta oficina… El gringo ladeando su cabeza replicó con tono cada vez menos amigable - ¡Bueno, pero qué es lo que ocurre en esta oficina! – ¡No lo sé! Respondió la señora cada vez más molesta – Sólo sé que cada una de estas personas es fundamental para el funcionamiento del sistema. El gringo acusó el tono poco gentil de la señora y replicó también con duro tono ¡Necesito realizar una queja por el mal servicio! – La señora ya con acento abiertamente hostil pero muy serio respondió con un tonillo sarcástico – ¿y tiene usted un numerito de atención?, pues sin un número de atención es imposible que alguien le atienda. Además, ¿de qué servicio se va a quejar si ni usted ni yo sabemos qué hacen estas personas? – El gringo la miró atónito reconociendo la lógica innegable de tal argumento. Mirando desconsolado a su alrededor, el mentado extranjero sólo atinó a insinuar casi a modo de susurró - ¡yo sólo querer conocer oficina de turismo! – Aaaaaahhhh ¡pero hubiera usted empezado por ahí! – Señaló la mujer con inflexión comprensiva y lo llevó a una oficina que se encontraba al final de un largo pasillo.
Aquí usted podrá saber todo acerca de la belleza de la zona y de nuestra gente – exclamó la señora, y dejándolo sentado tras un añoso escritorio lleno de polvo lo felicitó por su elección de lugar para vacacionar. Tras eso, la señora se marchó sin mayores explicaciones dejando al gringo sólo en la oficina. El visitante dejó su enorme mochila en el piso y se sentó en una silla enorme de cuero negro y agrietado y, sin tener plan alguno, simplemente se dedicó a jugar en la silla dando vueltas cada vez más largas sobre sí mismo.
Un pequeño hombrecillo entró de improvisto a la oficina y dejando una serie de carpetas sobre el viejo escritorio miró al gringo y señaló con tono sumiso y muy mala dicción – ¡Gracias a Dios que mandaron a alguien desde Santiago! Hace semanas que no sabemos qué hacer, corremos de un lado a otro sin instrucciones, pero como es necesario demostrar gran eficiencia para no correr riesgos en la pega y no atentar contra la gestión municipal y el mantenimiento del sistema, nos movemos con carpetas de un lado a otro. El gringo sin entender una palabra del funcionario comentó – ¡vengo desde los Estados Unidos y necesito información! – El funcionario miró con estupor al gringo y con la respiración entrecortada por la emoción gritó a viva voz - ¡Colegas… colegas… desde Santiago mandaron a un jefe gringo para hacerse cargo de la oficina! – la noticia corrió como el viento por todo el edificio y uno a uno los funcionarios fueron ingresando a la oficina. ¡Qué bueno que llegó! – Le señaló una señora delgada, de lentes y con un moño prominente – Le esperábamos hace meses. Y metiendo sus dedos delgados en un archivador le entregó al gringo unos cheques amarillentos y con la parte del cobrador en blanco. ¡Cómo no sabíamos cuándo llegaría ni su nombre, le solicitamos su sueldo por todos estos meses para que no tuviera contratiempos al ingresar al sistema público! – señaló. El gringo tomó los cheques y los guardó en su mochila, miró a los funcionarios y golpeando con sus manos el viejo escritorio gritó molesto con tono firme e imperativo ¡Necesito oficina de turismo ahora!... ¡Right now!
Meses después, un mochilero francés que visitaba la zona se acercaba al hombre de los globos solicitándole información acerca de la oficina de turismo. El hombre de los globos sonrió como compadeciéndose del periplo que le esperaba al pobre muchacho francés, y sin levantar la vista le señaló aquella construcción añosa y desgarbada al costado de la Plaza de Armas que tenía sobre su techo un enorme cartel que rezaba “Tourist Office”. Al entrar vio algo que llamó profundamente su atención. Al fondo, en una sucia y desordenada oficina, había un gringo que daba órdenes en inglés sin que nadie pareciera comprenderlas,   movía compulsivamente papeles de un lado a otro y parecía ordenar archivadores, de pronto, el gringo hizo contacto visual con el muchacho francés quien en tono amable preguntó la ubicación de la oficina de turismo. El gringo replicó con tono algo hostil – ¿Tiene usted numerita? ¡Sin numerita no poder atenderle!

       Sergio Arias López  
    Jefe de Unidad Técnica Pedagógica
Liceo Bicentenario de Molina




Estaremos haciendo mas entradas con otros cuentos del mismo autor. 

 ¡VIVA EL PROFESOR SERGIO !



Eve *-*

2 comentarios:

  1. que buena historia, pero me quede con una duda por que el gringo se quedo trabajando, yo me hubiera ido con la plata xd

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    Respuestas
    1. Bueno, definitivamente se quedo trabajando y yo habría hecho lo mismo que tu. :D

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